domingo, 17 de agosto de 2014

TAPEFOBIA. EL MIEDO A SER ENTERRADO VIVO.

Entierro precipitado (1854) de Antoine Wiertz. 

El maestro universal del cuento corto Edgar Allan Poe (19 de enero de 1809 – 7 de octubre de 1849) en su obra "The premature burial" traducida al castellano como “El entierro prematuro” nos narra el incesante miedo que sufre su personaje ante la idea de ser enterrado con vida. He aquí un fragmento de dicho relato:

Durante varios años sufrí ataques de ese extraño trastorno que los médicos han decidido llamar catalepsia, a falta de un nombre que mejor lo defina...

A veces el paciente se queda un solo día o incluso un período más breve en una especie de exagerado letargo. Está inconsciente y externamente inmóvil, pero las pulsaciones del corazón aún se perciben débilmente; quedan unos indicios de calor, una leve coloración persiste en el centro de las mejillas y, al aplicar un espejo a los labios, podemos detectar una torpe, desigual y vacilante actividad de los pulmones. Otras veces el trance dura semanas e incluso meses, mientras el examen más minucioso y las pruebas médicas más rigurosas no logran establecer ninguna diferencia material entre el estado de la víctima y lo que concebimos como muerte absoluta. Por regla general, lo salvan del entierro prematuro sus amigos, que saben que sufría anteriormente de catalepsia, y la consiguiente sospecha, pero sobre todo le salva la ausencia de corrupción...

La RAE (Real Academia Española) define la palabra catalepsia como un accidente nervioso repentino, de índole histérica, que suspende las sensaciones e inmoviliza el cuerpo en cualquier postura en que se le coloque.

Durante este período, el paciente que la padece puede permanecer en un estado consciente (oír y ver todo cuanto sucede a su alrededor sin poder mover o expresarse para decir lo que siente o como se encuentra) o inconsciente. 

Causas y síntomas.

Debido al estado de “muerte aparente”, los enterramientos prematuros eran frecuentes en la antigüedad, por lo que el individuo podía llegar a despertar en el interior del ataúd tres días después sin saber cómo ni por qué estaba allí.

Como ya hemos descrito anteriormente, la catalepsia es un trastorno nervioso que impide al sujeto que lo padece responder a los estímulos visuales y táctiles, los músculos quedan rígidos y las funciones corporales se desaceleran disminuyendo así el ritmo cardíaco y respiratorio. Debido a los avances tecnológicos del Siglo XXI, en las zonas más desarrolladas del planeta las personas que padecen enfermedades como el Parkinson, epilepsia, esquizofrenia catatónica e individuos que están en proceso “síndrome de abstinencia” para desengancharse de la cocaína y que sufren catalepsias evitan ser enterrados con vida. 

Tapefobia. El miedo a ser enterrado vivo. 

Entre leyendas urbanas y cuentos góticos a veces pisamos sobre terreno resbaladizo a la hora de hablar de un miedo real. La tapefobia (tape del griego taphos que se traduce como “tumba" o “sepulcro” y fobia, que también es una palabra griega que deriva del vocablo phobos y significa “temor”) se traduciría como “terror o miedo a las tumbas”.

Las enfermedades, las plagas y el desconocimiento de una época cuyos conocimientos médicos aún estaban en vías de desarrollo llevaron a algunos hombres a ingeniar nuevos sistemas que ayudasen a “revivir” a esas personas que por error médico se las creía en un principio muertas.

Ataúd de seguridad. Ilustración.
 


A mediados del Siglo XIX se creó un modelo de sepulcro conocido por el nombre de “ataúd de seguridad”. Los familiares y amigos introducían el cuerpo del difunto en el interior del lecho y a su mano le anudaban una cuerda que le conectaba con el exterior. Si hacía mover la campana es que estaba vivo y por lo tanto debía de ser desenterrado, si no se daba el caso, el difunto podía descansar para siempre en un lecho menos aparatoso.

Era de vital importancia que las personas que vigilaban su cuerpo estuvieran pendientes en todo momento del sonido, porque eran ellos los únicos que podían sacarle de allí.

Los avances en medicina aunque escasos, eran bien recibidos en el Siglo XIX, y se crearon técnicas de desfibrilación y respiración artificial.  

Este artículo ha sido escrito por Akasha Valentine http://www.akashavalentine.com © 2014.

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